“Este año ha sido duro y no lo vimos venir.” Con esta frase inició una conversación informal pero franca con uno de mis clientes.
En ella, le comenté que, en las actividades de cierre anual de varias empresas, había escuchado comentarios similares: los departamentos comerciales reportaron que “este año no se alcanzaron los números”. En efecto, la misma situación se repite en diversas industrias.
Tras escucharme con atención, mi cliente respondió:
“La ventaja es que ahora ya lo vimos y tenemos que sacarle el lado bueno a la situación. Toca ser creativos y trabajar para cambiar los resultados. Las circunstancias están dadas, pero no podemos quedarnos de brazos cruzados.”
Me encantó su actitud proactiva, así que le pregunté qué acciones estaba tomando. De sus respuestas destilé tres valiosas lecciones que quiero compartir:
- Reacción rápida: Monitoreo y respuesta — “Vengo trabajando desde hace varios meses, desde que me di cuenta de que las cosas no andaban bien. Antes de que empezáramos el proceso de planificación, yo ya estaba pensando qué hacer.”
Esta respuesta subraya dos aprendizajes importantes:
- Monitoreo constante:
Es indispensable mantener un ojo crítico sobre los resultados para identificar rápidamente los puntos críticos. - Acción temprana:
Detectar problemas a tiempo permite implementar ajustes antes de que se conviertan en crisis.
- Monitoreo constante:
- Fuerza de tarea: Equipo pequeño de apoyo — “Antes de que termine el año, en dos semanas me reuniré con parte de mi equipo, solo los que yo sé que entienden la situación, para que juntos afinemos el plan del otro año. Tenemos que hacer cambios fuertes. Ahora ya lo vimos.”
De este comentario aprendemos que:
- Los cambios no se hacen solos:
El trabajo en equipo es esencial. - El equipo adecuado es clave:
No se trata de incluir a todos, sino a las personas más estratégicas, aquellas que aporten claridad y decisión para actuar con rapidez y efectividad.
- Los cambios no se hacen solos:
- Kick-off: Claridad del “qué” y del “cómo” — “A principios del otro año nos reuniremos con todo el equipo y vamos a marcar las metas, pero esta vez seremos más explícitos en la estrategia, haciéndonos responsables todos por las metas y por animarnos unos a otros.”
Este enfoque resalta que la claridad debe abarcar:
- El “qué”: Definir con precisión las metas a alcanzar.
- El “cómo”: Establecer estrategias concretas para lograrlas.
- El “quién”: Garantizar que todos en el equipo comprendan su rol y se comprometan tanto con el objetivo como con el apoyo mutuo.
Reflexión final
El 2024 nos dejó lecciones claras. Ahora, esas experiencias deben ser el impulso para obtener mejores resultados en el 2025. La clave está en combinar:
- Creatividad individual y colectiva.
- Reacción rápida ante los retos.
- Equipos comprometidos y estratégicos.
- Claridad en metas y estrategias.
Al final, lo importante no es solo lo que vimos, sino lo que decidimos hacer al respecto.
¿Cómo hará tu organización para aprovechar estas lecciones y construir un mejor futuro?