Dirigir es decidir, incluso cuando duele
Hace dos meses tuve la oportunidad de explorar el tema del liderazgo con personal clave de uno de los bancos que operan en el país. Juntos valoramos la oportunidad de dirigir, de tener la responsabilidad de servir a otros y de compartir nuestra pasión por hacerlos crecer mientras alcanzamos resultados para la empresa.
Concluimos que uno de los aspectos más difíciles del liderazgo es separar del equipo a personas con quienes hemos convivido, trabajado y logrado muchas metas. Comunicarle a alguien que se ha decidido separarle de su cargo es un trago amargo, tanto para quien recibe la noticia como para quien debe darla.
La dureza de esta tarea ha sido retratada en el cine, en la película Up in the Air, donde George Clooney interpreta a Ryan Bingham, un consultor especializado en despidos corporativos. Es contratado por empresas para recorrer Estados Unidos despidiendo empleados en su nombre. Difícilmente podemos contratar a los «Ryans» de este mundo: usualmente este trabajo nos toca a nosotros.
Sin embargo, despedir a una persona es, paradójicamente, una de las labores más importantes y compasivas que puede ejercer un líder. Mantener a alguien en un puesto para el cual ya no es la persona adecuada resulta injusto para ambas partes. La persona se estanca en su desarrollo, y la empresa asume altos costos por acción y por omisión. Separar a alguien cuando es necesario es, al mismo tiempo, lo más difícil y lo más trascendental del rol directivo.
En su libro Empresas que sobresalen (Good to Great, en el original), Jim Collins afirma que el paso clave para que una empresa deje de ser solamente buena y se convierta en excelente no es definir la estrategia, sino asegurarse de tener a las personas correctas en el equipo, ubicadas en los puestos adecuados, y sacar del bus a quienes no lo están.
Compartí esta lección con los ejecutivos bancarios mencionando que la aprendí a golpes durante mi propia experiencia gerencial. En una ocasión, sostuve a una persona en una gerencia durante tres años, aun sabiendo desde el primer año que no era la persona indicada. Mi premisa era “no quiero hacerle daño”. El resultado: terminé perjudicándola a ella, a la empresa y a mi gestión.
¿Hay alguna decisión que estás posponiendo y sabes que debes tomar?
¿Hay alguien a quien deberías darle la oportunidad de ser libre, pero la tienes atrapada?
En Consultoría Aplicada, no te ofrecemos hacer el trabajo de George Clooney, pero sí podemos ayudarte a encontrar a la persona correcta para el puesto correcto:
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